El complot
contra Jesús que protagonizan los discípulos de los fariseos y de los
herodianos se suscita con una pregunta cuyo trasfondo finge una curiosidad
inocente: ¿Es licito pagar impuesto al Cesar o no? Cualquier respuesta
afirmativa o negativa podía traer para el Señor problemas con los diversos
grupos judíos y con la autoridad religiosa de Israel, además de la civil
romana.
A su vez, los
interlocutores de Jesús plantean la cuestión no solo en el plano de lo penal de
la ley del impuesto, sino también en la licitud moral para un israelita. Por
eso, teniendo en cuenta que el emperador era considerado una deidad, pagarle un
impuesto era reconocerlo como tal; por lo tanto, ¿era licito a un judío,
adorando del único Dios, cumplir esa norma? Jesús se enfrenta a una gran
disyuntiva, pues si estaba a favor de pagar el impuesto, los fariseos podían
acusarlo de colaboracionista e impío; y si estaba en contra, los herodianos lo
acusarían de revolucionario y enemigo del emperador.
Sin embargo, su
respuesta es habilísima, porque no tuvo intención de dividir el mundo en dos
reinos-el de Dios y el del César-, para colocarlos en el plano de igualdad.
Simplemente, para con Dios, quien siempre nos remite al prójimo y al que sufre.
Estamos inmensos en una sociedad donde hay muchas formas de idolatría del
mercado, al que se le da tributo a costa de la propia conciencia y de la
dignidad de sus servidores. Los nuevos dioses de nuestro tiempo: el consumo, el
espíritu de competencia desleal, la lucha por el poder o el prestigio reclaman
un culto fanático e irracional. Pero Jesús nos invita a mantener nuestra
conciencia libre entrega de nuestra mente, corazón y vida.
¿Está permitido
pagar el impuesto al César o no? Pero Jesús, conociendo su malicia des dijo:
Hipócritas, ¿por qué me tienden una trampa?
PADRE;
LUIS HUMBERTO ALARCÓN
PÁRROCO
PARROQUIA
SANTO TORIBIO
CURANIPE
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