ESTEN PREVENIDO, PORQUE NO
SABEN EL DÍA NI LA HORA
La parábola de las diez jóvenes alude a la Segunda venida de Jesús y
describe la situación de los que viven en la esperanza el tiempo intermedio
entre la resurrección y la Segunda venida. Así, el Reino de los cielos es
comparado con una boda donde todos somos invitados y Cristo es el esposo que
reclama de su Iglesia- un amor parecido al de una esposa, es decir, exclusivo,
total, fiel, fecundo e indisoluble.
En esta fiesta nupcial acontecen dos hechos: primero, el retraso del novio
y la ilusión de los que esperan; segundo: la insensatez de las jóvenes necias
al no ir preparadas para la boda. No contaron con el retraso del novio y se
durmieron. A veces, la preparación para un encuentro con el Señor debe ser
constante, incluso si estamos muy atareados, perdidos o ensimismados. Por eso
Jesús no reprocha el hecho de que se hayan quedado dormidas, sino que, habiendo
escuchado su mensaje, aún no lo ponen en práctica. En efecto, si no tenemos una
fuerte convicción y disposición para Dios, él pasará de largo y habremos
perdido el mayor tesoro y oportunidad de nuestra vida.
Mientras aguardamos por la Segunda venida del Señor es urgente ponerse en
actitud de vigilancia, pero no pensando en un “fin del mundo”, sino en un
cambio de actitud. Una vez que llegue el esposo-Cristo, cualquier disposición
que no se practicó en vida será tarde. Todo esfuerzo es sutil si se deja para
el “último día” por eso el tiempo de dar los frutos, amor durante la vida, ¿se
va hacer por el temor al final? Por eso el tiempo de dar los frutos, de estar
preparados con las lámparas encendida, es ahora y no “mañana”. El llamado del
evangelio siempre es urgente y debemos estar expectantes a fin de que se
realice en nosotros el encuentro constante con el Señor, que viene siempre y en
todo momento.
Pero a medianoche se oyó un grito: “Ya viene el esposo, salgan a su
encuentro”
PADRE. LUIS HUMBERTO ALARCÓN
PÁRROCO
PARROQUIA SANTO TORIBIO
CURANIPE
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