Conversando con unos amigos. Hacíamos cuentas, de quién o qué sector empezó con las trillas a yeguas sueltas. Que este verano han estado tan de moda. Y ba a depender de que llamemos "trillas a yeguas sueltas". Porque la denominación es algo genérica. Está más bien definida por como corren los caballares en la era, y no por el producto que pisotean. Puede ser lentejas, avena, paja (que son casi todas), o trigo. Como se hace en Name.
Esta
imprecisión o suerte de farsa, la podemos asimilar a algunas fiestas de la
vendimia. Que, de recoger la uva de la parra, tienen poco o nada y si mucho de
show y comercio.
Más falso aún,
decir que se reviven tradiciones con algo muy lejano a lo auténtico.
Evidentemente si esa es la propuesta.
A veces con
jugosas subvenciones para personas que ni siquiera son viñateros.
Recuerdo
cuando recogíamos las uvas en canastos para luego depositarlas en un pilón. Una
especie de contenedor. Que calzaba justo en una carreta.
Era, como
dirían en el campo; un encatrao de varas. Generalmente de patagua o maquis. Con
un cuero de buey. Dispuesto en forma cóncava. Allí se ponían unos 500 kilos de
uva, que eran trasladados con muchísima dificultad por los bueyes hasta la
bodega para ser pasados por la zaranda. Especie de rejilla. Muy tupida, hecha de
quila. Donde pasan los granos. Idealmente molidos y retiene el escobajo.
Son vivencias,
remembranzas. Ahora que nos preparamos para la fiesta de la CHICHA BAYA,
el 21 de abril, en nuestra sede social de Name.
Se debe obrar
con la verdad.
Transparentar las
actividades.
Mal podríamos
llamarla fiesta de la vendimia.
Eso sí,
preparamos un par de sorpresas.
EDUARDO
CANCINO BRAVO
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